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Mostrando las entradas con la etiqueta Cuento corto

El experimento (cuento corto)

El experimento Accedí a participar en un experimento. ¿En qué consiste? Algo sencillo. Al menos así parece. Tendría que pasar un tiempo indefinido con una persona desconocida en una cuarentena obligatoria.  En un aislamiento social total. Ensayo de una pandemia.  Solo él, o ella, y yo. Espero que sea ella. Y bonita ojalá. No, mejor no, quizás sería un problema. Las mujeres son complicadas. No sabría cómo tratarla, son imposibles de complacer. ¿Y si me enamoro? Ni hablar. Mejor que sea un hombre. Bueno, este puede enamorarse de mí, uno nunca sabe.  Espero que sea una buena persona. Qué problema meterse a un cuarto encerrado con un patán. Ojalá sea de la misma cepa que yo. Las personas de otras tribus me asustan un poco. Con todo el cuento de las diferencias culturales y raciales… No creo que vaya a funcionar. Si fuera de una edad parecida a la mía sería genial. Qué flojedad aguantar a un viejo. Aún peor entretener a un niño. A como son ahora, creen saberlo todo, ya ni para un consejo de

El águila (microrrelato)

El águila El banquero regio, de traje impecable. El caballero solitario, envidia de los que vuelan más bajo y se alimentan de carroña.  Hasta los aviones lo miran con zozobra y nostalgia escondida, ellos necesitan de las bestias poderosas y alas de hierro para ver la tierra desde semejantes alturas.  La mirada penetrante ve hasta lo más oculto de las entrañas.  Las garras no titubean en poner al más diestro a sus pies.  Sin desearlo, figura en las imágenes soberbias de múltiples rincones de la tierra. Ejemplo de los orgullosos e insaciables de poder, en la cúspide del reino terrenal, de los que con tanto aplomo caminan en dos patas pero vuelven a ver a los cielos para admirar el vuelo emblemático del que domina las alturas.  Nadie ha visto su cadáver, prefiere morir en solitario sin dejar que alguien presencie su mísero final.

El regalo (cuento corto, reflexión)

El regalo U n día el mundo abrió los ojos y se dio cuenta de que no tenía futuro. Se habían borrado las hojas de los calendarios de papel, se desaparecieron las fechas programadas en los sucedáneos de Google y Apple, se esfumaron las agendas apretadas llenas de viajes programados, conferencias, convenciones, seminarios y miles de reuniones.  El mundo al ver semejante fenómeno se había sorprendido al principio, pero de pronto cambió el tema de las conversaciones.  Dejaron de hablar sobre los planes grandiosos del futuro, de lo felices que iban a ser cuando lograran esto y cumplieran aquello, cuando tuvieran tanto y llegaran hasta tal meta. Dejaron de temer el calentamiento global o una pandemia mundial. Solo se dedicaron a vivir el presente de la manera más humana y fraternal posible. El presente es lo único que había.  La gente empezó a hablar sobre el pasado, las memorias, a preguntar a sus padres y abuelos sobre cómo había sido el mundo antes. Empezaron a leer los libros de historia.

El jardín (cuento corto)

El jardín  Ella sale al jardín. Su amado jardín, reflejo de su alma. Su escondite y rincón de escritura.  El jardinero no puede venir hoy. Ni hoy ni quién sabe hasta cuándo. El condominio ha restringido la entrada de servicio por el problema de la pandemia.  Al ver algunas hojas secas, otras dañadas o marchitas le empiezan a picar las manos por cortarlas, arrancar lo seco y marchito de su alma cansada y herida de paso. Comienza con cuidado, con pausa, disfrutando el proceso. Jugar con la tierra y las plantas siempre le ha agradado. Desde niña. Apenas siente la necesidad de calmar o acallar sus pensamientos, toma una tijera, unos guantes de jardín, un sombrero y se dirige a sudar la gota gorda bajo el despiadado sol tropical. Allí, al topar las excesivas perfecciones que suele dejar el jardinero, empieza una discusión imaginaria con él, ¿cómo se le ha ocurrido mutilar la pobre planta de aquella manera tan simétrica y perfecta? Trabaja con los brazos descubiertos. “Vale que me puse el so

Desafiando la gravedad

Desafiando la gravedad P or un golpe de la suerte mi oficio se ha vuelto más entretenido de un día para otro.  Durante tanto tiempo miraba las cortinas cerradas, espacios callados, fregaderos de la cocina llenos de platos sucios, abandonados en la carrera mañanera, los dormitorios con las camas desarregladas y alguno que otro perro aburrido viendo con desdén a un objeto extraño bajar por una cuerda y quedar colgado fuera de su ventana. La mayoría de los habitantes caninos y felinos están muy acostumbrados a mis apariciones y desapariciones. Uno que otro, nuevo, de vez en cuando se pone nervioso, pero al rato se acostumbran a mi presencia no entrometida. Antes de la pandemia solía presentarme al trabajo y salir a arriesgar mi vida como de costumbre. Ahora con la cuarentena y distanciamiento social, como lo llaman los periódicos para ponerle un término intelectual, el panal está lleno a reventar. Todas las abejitas en sus celdillas, apiñadas y no muy contentas, como puedo observar

La Nube

La Nube E stoy sentada en mi jardín rodeado por tapias muy altas, un diminuto parche verde entre un laberinto de concreto y asfalto.  Levanto la cabeza y veo una nube pasar sobre mi cabeza. Una nube blanca y hermosa. Al lado de ella otra nube más pequeña, casi transparente con unos destellos de cristal. La nube chiquita cambia de forma, sube, baja y rodea a la nube grande.  La nube grande se detiene curiosa. La nube chiquita se detiene con ella. -Hola -me dice la nube grande. -Hola -le contesto. -¿Qué haces? -me pregunta. -Estoy sentada en mi jardín. ¿Qué haces tú? -le pregunto de vuelta. -Yo floto libre y feliz por el mundo. -Ya veo. Yo también. -¿¡Cómo puedes?! -se sorprende la nube grande. -¿Por qué no? -Porque yo soy liviana y libre y tú estás atada a la tierra, dentro de una caja de cemento. -¿No crees que también puedo ser libre? - le pregunto a la nube. -No, imposible - me dice sorprendida.  -¿Sabes quién es tu compañera? -le pregunto entonces. -¿Esta nube chi