¿Cómo se comienza algo nuevo? Tan nuevo que da susto tan solo jugar con la idea que uno pueda ser remotamente bueno en eso. Algo que convierte tu estomago en un mariposario y te hace sentir como antes de un examen en el colegio.
Les contaré mi experiencia. La respuesta es bastante simple. Le hice caso a una buena amiga. Dos veces.
La buena amiga, de estas que me aman sobre todas las cosas, no compartía las limitaciones que rondaban en mi cabeza. Ella no compartía el espasmo en mi estomago. Ella tan solo creía en mi. De por sí. ¿Cuál era el problema? Era solo pararse en el filo del cañón y tirarse cabeza primero. Pan comido.
Así sucedió con el diseño a mis 40 años. Soy ingeniera química de profesión.
¿Qué qué? ¿Qué cómo? ¿Cómo voy a empezar a diseñar sin estudiarlo? Ni pensar. Claro, varias casas ya diseñadas y constante ayuda a los amigos y familiares de transformar sus viviendas en hogares acogedores no contaban para nada. Necesitaba un título. Cliché. La mente cuadrada. Pues allí había entrado al drama mi querida amiga. Y sin más me empujó. Ni arreglarme el pelo me había dado el chance. Me fui con todo y cabello despeinado.
-¿Qué necesitas para empezar tu negocio?-me preguntó.
-Hmmmm. Tarjetas de presentación.-le contesté para decir algo, lo primero que me vino a la mente, que por lo general resulta lo mas certero.
-Mándalas a hacer.-me ordenó mi amiga.
-Si, señora.
Y así lo hice. El mismo día que las tarjetas salieron de la imprenta (recuerden que fue hace 10 años) me había salido mi primer cliente. Como se dice popularmente, cayó del cielo, directo y sin titubeos. Así actúa Dios (o para no creyentes el Universo energético). Solo hay que hacer un primer paso hacia la meta y las cosas empiezan a caer como las piezas de domino.
Llevo mas de 10 años en el mundo de diseño y desde hace unos año tengo mi título. Enamorada de la posibilidad de poder hacer maravillas a cualquier presupuesto. Siempre he tratado con mi trabajo y habilidad romper el paradigma de que solo los ricos pueden darse el lujo de contratar a un diseñador. Solo llámenme y verán.
Han pasado 10 años de muchos retos, proyectos maravillosos y clientes felices. Cumplí 50. ¿Qué más? ¿Adivinan qué? Sí, así fue. Me llama una amiga, emprendedora y empresaria, y me invita a su grupo de escritura. Para hacer la justicia ella fue la segunda. A la primera no le hice caso por miedosa. Con el segundo llamado no tuve otra opción que aceptar. Después del todo trato de vivir la vida de la entrega total al Universo y lo que Él quiera hacer con mi vida. Me gusta pensar que soy su instrumento de crear algo especial.
Mi primer pensamiento en aquel memorable momento:
“Jajajaja, okey, escritura. Podría ser la última cosa que jamás haría. Sobreviví el ruso como materia en la escuela, estudié en una escuela para niños súper dotados en matemáticas, perduré la literatura rusa a duras penas entre ecuaciones logarítmicas e integrales. ¿En serio? ¿Escritura? ¡Universo, me tienes que estar bromeando!”
Mi siguiente pensamiento:
“Bueno, soy lectora apasionada, inicié dos clubes de libros. A lo mejor será divertido."
Debo confesar que el primer Club de libro se convirtió después de dos libros en el club de BBFs y tomadoras apasionadas de vino y otras bebidas espirituosas. El segundo club aún existe y va muy bien, tan solo cada una lee lo que le viene en gana y luego compartimos las experiencias.
A raíz de la lectura constante y casi adictiva siempre tengo miles de reflexiones rondando en mi cabeza, listas a ser puestas en letras.
Será por ser positiva y testaruda o por que “no” está eliminado de mi vocabulario, dije que "si” al Grupo de Escritura. El resto es historia.
¿Es fácil? Jamás. Es un desafio continuo.
¿Vale la pena? 1000%. El crecimiento es exponencial.
Hacer algo que ha sido impensable para mí me llena de retos y satisfacción personal. Siento que crezco con cada página que escribo. Las mujeres que forman parte de mi grupo de escritura son más que maravillosas, son únicas.
Y ahora reto a cada persona que está leyendo este blog. ¿Qué es lo que jamás harían? Empiécenlo mañana mismo. ¿Cómo? Solo atrévanse a hacer el primer paso.
¡¡¡Suerte!!!